sábado, 26 de marzo de 2011

3.Efecto de la Radiación Electromagnética para la Salud

Los campos electromagnéticos de frecuencia extremadamente baja, están catalogados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como del grupo 2B (posible agente cancerígeno para los humanos), y existen ya numerosos estudios científicos que los que relacionan con la leucemia infantil (por ejemplo Tenforde, 1992; Portier y Wolfe, 1998; Kabuto, 2006) así como con otros tipos de cáncer (cáncer de cerebro, cáncer de mama, cáncer de testículos, etc.).

La Comisión Europea a través del SCENHIR (European Comission's Scientific Committee on Emerging and Newly Identified Health Risks) publica los  riesgos asociados a la radiación electromagnética.
Dicho informe está accesible públicamente a través de:

En dicho informe, además de las enfermedades anteriormente comentadas de cáncer y leucemia, añade la enfermedad del Alzheimer a los riesgos asociados (ya conocidos anteriormente) a la radiación electromagnética.

Las Líneas eléctricas de Alta Tensión (L.A.T.) son un riesgo grave para la seguridad y la salud de las personas, ya que:
     Las líneas de alta tensión generan campos electromagnéticos debido a la corriente eléctrica alterna que circula por un conductor. De esta forma se inducen campos alternos eléctricos y magnéticos en torno al conductor.
     La exposición a dichos campos reduciría la producción de melatonina (hormona que actúa como poderoso anticancerígeno) y, por tanto, la capacidad de respuesta del sistema inmunológico. Por la noche, la glándula pineal segrega, en condiciones normales, la cantidad de melatonina necesaria para mantener el equilibrio del organismo. Pero si la persona está sometida a campos eléctricos y/o magnéticos, la producción de esta hormona queda por debajo de sus valores normales.
     La pineal muestra unos ritmos cíclicos en cuanto a la biosíntesis y la secreción de melatonina, fundamentalmente condicionada por el ciclo de luz y oscuridad. En pruebas realizadas en laboratorio, se ha comprobado que campos magnéticos artificiales, influyen sobre la actividad de las células pineales, disminuyendo la segregación de melatonina en la fase de máxima actividad.
     La glándula pineal es la encargada de elaborar la melatonina en ausencia de luz, por lo que, normalmente es segregada por las noches, inhibiéndose durante el día, regulando así los ritmos circadianos del organismo, es decir, los ciclos de sueño, ciclos hormonales, etcétera.
     Actualmente existen muchos estudios que demuestran cómo la disminución de la melatonina aumenta el riesgo de padecer cáncer. De hecho, la melatonina frena el crecimiento de células tumorales.
     Las perturbaciones en la glándula pineal se asocian con enfermedades como cáncer, leucemia y depresión, así como con trastornos neurológicos y psicológicos, igualmente enfermedades psicosomáticas como son la úlcera gástrica y ciertas disfunciones sexuales tienen origen en un déficit de melatonina.
     La melatonina, es una hormona con propiedades anticancerígenos, segregada por la glándula pineal, y su ausencia reduce la capacidad del organismo de luchar contra el cáncer: sus niveles descienden ante la exposición a campos de extremadamente baja frecuencia.
     Cuando un organismo vivo recibe sobre su superficie la acción de un campo electromagnético, se originan varios mecanismos de interacción –como la actuación de las fuerzas de los campos magnéticos incidentes sobre las cargas eléctricas en movimiento de los organismos expuestos-, induciéndoles campos y corrientes eléctricas interiores. El organismo humano es un buen conductor eléctrico, ya que está compuesto, fundamentalmente, de agua. Por ello, cuando se encuentra expuesto a un campo eléctrico se produce un aumento de energía a nivel superficial, generándose interiormente corrientes eléctricas, que pueden interferir en los mecanismos biológicos del organismo a través de su actividad eléctrica natural. Estas interferencias pueden suceder tanto en el funcionamiento de cada órgano como en el transporte de información a nivel celular, ya que las células se comunican e interaccionan entre sí mediante señales químico-eléctricas. Se ha comprobado que un campo eléctrico y/o magnético exterior de baja frecuencia e intensidad, que induzca al organismo una determinada corriente, puede modificar dicha comunicación, lo cual afecta a la síntesis de proteína y al sistema inmunológico.
     Los efectos producidos por los campos electromagnéticos sobre el organismo humano en niveles atérmicos pueden afectar a las funciones bioeléctricas del organismo, modificar el equilibrio electroquímico de las membranas y provocar alteraciones en la transmisión genética. Destacaremos los siguientes:
     Alteraciones del sistema nervioso y trastornos neurofisiológicos con modificaciones de la conducta.
     Variaciones de la tensión arterial y del ritmo cardíaco, debido a la respuesta neurovegetativa sobre el sistema cardiovascular.
     Trastornos hormonales y alteraciones del equilibrio iónico.
     Alteraciones de la respuesta inmunológica.
     Efectos genéticos y celulares.
     Alteraciones macromoleculares y aberraciones cromosómicas.

Estos efectos se pueden explicar desde distintas perspectivas:
     Modificaciones en el equilibrio electroquímico de la membrana citoplasmática, a nivel celular y tisular.
     Alteración de los fenómenos bioeléctricos del organismo debido a su interferencia.
     Efectos sobre la actividad del ADN-RNA y acción mutagénica.
     Los síntomas y consecuencias más habituales –destacados en distintos estudios-, asociados a la exposición a campos electromagnéticos, son:
     Síndrome neuroasténico subjetivo: insomnio, cefaleas, astenia, ansiedad, irritabilidad, debilidad, cansancio injustificado, disminución de la libido, sensación de malestar, mareos, etcétera.
     Trastornos cardiovasculares: alteraciones del ritmo cardíaco (por ejemplo, taquicardias) y de la tensión arterial, así como trastornos vasculares periféricos.
     Alteraciones funcionales del sistema nervioso: temblores, trastornos neurovegetativos, etcétera.
     Efectos sobre la reproducción y el desarrollo: abortos, malformaciones al nacer, trastornos menstruales, infertilidad, etcétera.


El Doctor Denis Henshaw (Universidad de Bristol – Reino Unido) confirma que los casos de Leucemia Infantil se empiezan a presentar a partir de los 600 metros de distancia de la Alta Tensión. (http://www.electric-fields.bris.ac.uk/)
El grado de riesgo a que está expuesta una persona, en relación a los campos electromagnéticos de extremadamente baja frecuencia, depende de varios factores como: la intensidad del campo, que está supeditada a la distancia, al voltaje y a la intensidad de la electricidad que recorre la línea, el tiempo de exposición, la respuesta individual orgánica (sensibilidad personal), y otros como: la humedad, temperatura ambiental, edad, y estado de salud, etcétera.

En el año 1992, el Instituto Karolinska de Estocolmo, presentó un informe, dirigido por María Feychiting y Anders Ahlbom, titulado: “Los campos Magnéticos y el Cáncer en personas que viven cerca de las Líneas de Alta Tensión  Suecas”. Su objetivo era examinar la hipótesis de si la exposición a campos electromagnéticos de extremada baja frecuencia que generan las líneas de alta tensión aumenta el riesgo de contraer cáncer.

El estudio estaba basado en una población que comprendía todos aquellos que hubiesen vivido, al menos un año, en casas situadas dentro de una radio de 300 metros de líneas suecas de alta tensión (de 220 a 400 kilovoltios).

Los resultados obtenidos, proporcionan una base para concluir que: la exposición a los campos magnéticos, como los generados por líneas de alta tensión, aumenta el riesgo de cáncer.

El índice más elevado de casos de cáncer, en relación a las distancias entre las viviendas y las líneas, se dio en las situadas a menos de 50 metros de las líneas. Evidentemente, a menor distancia, mayor nivel de radiación y, por tanto, mayor riesgo.

La barrera, que fue establecida en el informe Karolinska, de 200 nanoteslas, queda todavía un poco por encima del nivel de seguridad que consideramos deseable; aunque, sin duda alguna, supone un gran avance.

En base a ello, el gobierno sueco comenzó a elaborar una normativa para regular la exposición, tanto de la población en general como de la laboral, fijando el límite de 200 nanoteslas como barrera de seguridad, debiendo tomar medidas protectoras en caso de que supere este valor.

Con el enterramiento de las líneas de flujo eléctrico se consigue eliminar el campo eléctrico que generan. Sin embargo, con esta solución no se consigue eliminar el campo magnético producido por la línea. Sólo si las tres fases (3 cables) están adecuadamente trenzadas, se reduce notablemente el campo magnético. Aún así, cuando las corrientes que circulen por los cables no están equilibradas, o sea, cuando por alguno de ellos pasa más corriente, se generan campos magnéticos en mayor o menor medida, dependiendo del desequilibrio.

Las distancias de precaución  que se suelen recomendar para construir o vivir, a partir de una línea de alta tensión de gran voltaje, son de 1 metro por cada 1.000 voltios de tensión de la línea. En una línea de transporte eléctrico de 220.000 voltios, la distancia de seguridad sería de 220 metros. El múltiplo de seguridad debe ampliarse conforme el voltaje es menor. En líneas de bajo y medio voltaje hay que multiplicar 5 metros de separación por cada 1.000 voltios de tensión en la línea. En una línea de 10.000 voltios, la distancia de seguridad sería de 50 metros.
   

Es responsabilidad de los Ayuntamientos preservar la salud de sus vecinos. La mayoría de los Ayuntamientos, en su Plan Municipal de Ordenación Urbana establecen una distancia de seguridad mínima de un metro por kilovoltio, de acuerdo a las recomendaciones del Instituto Karonlinska.

El Instituto Karolinska es una universidad médica en Estocolmo (Suecia). Es la institución universitaria de alta educación en medicina, más grande del mundo. Un comité de dicho instituto es el encargado de la designación del Premio Nobel de Fisiología o Medicina.
Igualmente, un metro por kilovoltio es la distancia de seguridad recomendada por la Fundación Europea de Bioelectromagnetismo.

Las ondas electromagnéticas de muy baja frecuencia (ELF) atraviesan hormigón y cualquier otro material, siendo imposible su aislamiento. Solo el Mu-metal puede aislarlas, y este material es tan caro que supone inviable su aplicación a soterramientos de líneas de alta tensión.

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